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En la Taberna Verde
xxcinco de la tarde
Tras ocho días, los caminos pedregosos
habían destrozado mis botines. Entré en Charleroi.
En la Taberna Verde pedí unas rebanadas
con mantequilla y jamón, por favor medio frío.
Estiré satisfecho las piernas bajo la mesa
verde y contemplé los ingenuos motivos
de la tapicería. Y fue adorable cuando
la chica de enormes tetas y ojos vivos
-no parecía de las que se asustan por un beso-
sonriente trajo el pan, la mantequilla
y el jamón tibio sobre un plato coloreado
-el jamón rosado y blanco, perfumado
con ajo- y me llenó la inmensa jarra, cuya espuma
doraba un rayo de sol tardío.
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4 comentarios:
Estad usted que se sale, muy buena versión. Ah, el "golfo de Aden" (Gerardo Diego dixit)
Un abrazo.
Ah, Juan Manuel, quién no ha querido ser alguna vez ese golfo... Un abrazo tasquero.
Pero ¿se puso las rebanadas en los pies a modo y manera de raquetas esquimales?
Eso sería "esquí de fondón", Pianista.
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