Cansado de jarabes, decidí hacer caso a Juan Manuel Macías y al Pianista, maestros libadores, y probar con brebajes de más enjundia. Empecé con un Safo’s dream (retsina con orujo) y con un Navarramore (pacharán Cuervo de doble destilación y ginebra Tanqueray). Pero la tos no acababa de desaparecer, así que proseguí con un Chéjov (vodka y licor de cereza amarga), un Hemingway (daiquiri preparado con cubitos en forma de punta de iceberg) y no sé cuántos inventos biblioetílicos más.
Cuando desperté, la tos todavía estaba allí, y junto a ella una resaca que rugía como un dinosaurio. No tuve más remedio que prepararme un Monte-Rosso (también conocido como Bloody Mary), al que añadí unas gotas de Bisolvón (lo que le dio un aspecto aún más bloody). Sigo tomándolo cada ocho horas; y mano de santo, oye.
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3 comentarios:
ja ja ja. Espero que estés mejor de la tos. Veo que al fin haces caso al Equipo Médico Habitual.
Dejad la poesía ya y pasémonos a la industria farmacéutica. De esta salimos de pobres y por la puerta grande!!!
Ya nos veo vendiendo pócimas como aquellos feriantes timadores de los westerns...
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